El ejército Brasileño (compuesto totalmente de negros, en este chiste)
es derrocado por Solano López, en el sueño paraguayo.
Bajo las patas del caballo de Solano López las banderas
del Brasil, Uruguay y Argentina.
Al Frente, pidiendo clemencia, Pedro II.
La leyenda de este chiste dice:
“Paris y Helena”;
refiriéndose al Duque de Caxias y Bartolomé Mitre.
La tortuga es una alusión a la demora
del ejército brasileño en marchar para la guerra.El Diario Cabichui (Abeja, en guaraní)
era hecho por los propios soldados y distribuido en el frente.
El logotipo de la primera página representa un soldado brasileño, negro,
perseguido por las abejas (cabichui)
LAS TERRIBLES PICADURAS DEL HUMOR: EL CABICHUI
El hecho de que todo soldado paraguayo sepa leer y escribir fue inteligentemente aprovechado por Francisco Solano López. La imprenta fue largamente usada para el adoctrinamiento de los soldados. Las tropas paraguayas eran excepcionalmente bien informadas sobre la marcha de la guerra; su naturaleza es fácilmente percibida por los avisos del comando. El diario del gobierno, El Semanario, era leído prácticamente por casi todos los soldados. Por el uso intensivo de la imprenta era común que el simple soldado paraguayo estaba mejor informado sobre la guerra del que estaba informado el mismo oficial brasileño. La prueba nos es dada por el Vizconde de Taunay, que cuenta en La Retirada de la Laguna, y halla en los cuerpos de los soldados paraguayos muertos El Semanario, para que se enteraran de la marcha de la guerra.
Pero la participación del soldado paraguayo en la imprenta que se hace durante la guerra no fue apenas pasiva. Los soldados tuvieron diarios propios, hechos por ellos. Tres de ellos circulaban con gran suceso entre la tropa, todos satíricos y fuertemente ilustrados con grabados tallados en madera. Eran EL CENTINELA, CACIQUE LAMBARÉ (totalmente escrito en guaraní) y principalmente CABICHUÍ (abeja en portugués; cabichuí en guaraní). Esos diarios animan a la tropa, hacían sátiras sobre las fuerzas de la Triple Alianza y presentaban versos y artículos escritos por soldados. Son de valor excepcional sus diseños, todos hechos por soldados, tallando la madera para la impresión.
Esos diarios, especialmente el Cabichuí, eran impresos en la propia línea del frente. La máquina de escribir, con tipos, galones de tinta, etc., funcionaba generalmente sobre una carreta.
Si fuese necesaria una retirada el "parque gráfico" en campaña estaba siempre para partir. La importancia del diario era tanta para Francisco Solano López que al final de la guerra, cuando faltaba papel, mandó recoger toda hoja en blanco que por ventura estuviese perdida en los archivos de Asunción. Cuando finalmente ya no había papel de forma alguna, ordenó que se fabricase de forma artesanal, en plena línea del frente. De esa forma los paraguayos consiguieron fabricar papel a partir del "caraguatá", una pulpa fibrosa que se colocaba en el agua (en donde ella "fermentaba" con ácido de naranjas) y se sobaba hasta formar una masa que se estiraba después, transformándolas en láminas de papel. El Cacique Lambaré y el Cabichuí tuvieron muchas ediciones impresas en ese papel.
Cuando faltó tinta para la impresión, López ordenó que se la obtuviera de cualquier forma: en la imposibilidad de fabricarla los paraguayos descubrieron en el campo una fruta que exprimida, soltaba un líquido marrón obscuro, casi negro, útil para imprimir. Esa fruta es conocida aún hoy en el Paraguay por el nombre de "tinta". El diario era por demás importante, especialmente los semanarios satíricos hechos por los propios soldados: ellos levantaban el ánimo de la tropa, informaban, mantenían esperanzas y ridiculizaban al enemigo. Sus chanzas son dignas, aún hoy, de figurar en cualquier diario moderno.
Apenas un pequeño ejemplo de un "decreto" del Cabichuí: "El Cabichuí considerando la conveniencia de llamar a las cosas de la guerra por sus propios nombres, o al menos con nombres que encierren ideas análogas a los efectos que producen, ha acordado y decreta: Art. lo.) Se prohíbe bajo severa pena que desde hoy en adelante se llame bombardeo al que realiza la escuadra brasileña: se llamará macacada si es de día, y si es de noche, macaquize..." Referíase el Cabichuí a la mala puntería de la escuadra imperial. Los líderes del gobierno imperial tenían impiedoso tratamiento. Pedro II era llamado siempre el Macacon; Porto Alegre, conocido como Puerto Triste; Osorio, quedó conocido por el Cabichuí como General Osario; Polidoro, se volvió Pollo Loro; y, finalmente, el Duque de Caxias, merecía el título del Cabichuí, de Marqués de Cajón, "el gran jefe Macacuno"...
Estos diarios, muy bien hechos e impresos, eran una terrible arma de propaganda, de vez en cuando surgía en el Cabichuí alguna cosa escrita en portugués, y adrede los paraguayos dejaban que muchos números en donde aparecían vicios de los jefes del Imperio, fuesen capturados por los soldados brasileños. Para Francisco Solano López la propaganda para la tropa, durante la guerra, fue mucho más fácil, además de contar con un ejército cohesionado moralmente dispuesto a la lucha en la defensa del país, todos sus soldados sabían leer y escribir, a tal punto, que en varios frentes surgían semanarios satíricos. Y por ese motivo, que todos supieran leer y escribir, la propaganda de guerra de los paraguayos, destinada a sus soldados, tenía un buen nivel y era básicamente verdadera -basta hojear la colección del Cabichuí para comprobar el sentido crítico de los soldados paraguayos y su excepcional información sobre el enemigo y el buen nivel de los textos- a pesar de que algunas veces el Cabichuí usaba malicia y apelaba a duros insultos. En cuanto a los diseños eran realmente excepcionales, todos en xilograbados, con un rasgo satírico muy propio de los paraguayos.
Era realmente un ejército peculiar en la América del Sur. Muy diferente de los aliados, formados en su mayoría por negros esclavos analfabetos y por groseros gauchos uruguayos y argentinos.
Pequeño numéricamente, frágil por la calidad y cantidad de armas, el ejército paraguayo se va a tornar fuerte por la cohesión moral de sus soldados, oriunda de una estructura social justa como define Alberdi, y ejecutar esa voluntad de resistencia con suceso por la superioridad física de sus hombres, aliada al conocimiento del terreno donde se hace la guerra. A esos factores se suman las contradicciones de los ejércitos aliados, el comando indeciso y, especialmente, lento del lado de las fuerzas del Imperio y los intereses divididos de Argentina, Brasil y Uruguay, que luego se enfrentaban. No menos importante es el desinterés mayor de esa masa de soldados que luchaban por la Triple Alianza: no se puede olvidar que en las fuerzas imperiales, por cada soldado blanco -esto es para cada hombre más ligado con la "ideología" del Imperio- había cuarenta y cinco negros, esclavos sin razón alguna para "morir por la patria".
No hay comentarios:
Publicar un comentario